Por Ismael Cala
El cierre del
año es el momento justo para hacer balance y reflexionar sobre lo alcanzado y lo pendiente en las
diferentes esferas de nuestra vida. Muchas veces, nos cuesta agradecer lo logrado y solemos ver el
punto rojo en la pared blanca, enfocándonos en lo que nos faltó o no pudimos concretar.
Hay quienes dicen que ser feliz es muestra de agradecimiento, pero en realidad es a la inversa.
Una investigación de la Universidad de Minnesota sugiere que el nivel de agradecimiento se
hereda en un 40%. Entonces, surge la duda: ¿tenemos una predisposición a la gratitud o es algo
que necesitamos cultivar deliberadamente?
Como la mayoría de los buenos hábitos, inicialmente debemos agradecer de forma consciente hasta
que se nos dé de manera natural. Por eso que quiero compartir algunas recomendaciones para
cultivar la gratitud.
En primer lugar, observa tu mundo día a día desde el agradecimiento. Te sorprenderá saber todo lo que damos por sentado. Tal y como diría Lao Tse, “la gratitud es la memoria del corazón”. Respirar, comer, percibir emocionado un amanecer, abrazar a quienes queremos, todo es digno de ser agradecido.
Luego, es importante tomar consciencia del lenguaje y de las historias que nos contamos.
Cambia las palabras y el enfoque de cada situación. Aunque haya días malos, incluso esos tienen
al menos algo bueno.
Haz lo propio con tu mente. ¿Sabías que diariamente tenemos un promedio de 60.000 pensamientos y
la mayoría son negativos?
Vamos a revertir las estadísticas pensando en lo mejor que podría pasar, en vez de en todas las
opciones catastróficas que vienen naturalmente a la mente.
Finalmente, una forma de conectar con el agradecimiento es pensar desde la abundancia. ¿Por qué
no hacer algo para agradecer al mundo nuestras bendiciones? Es maravilloso agradecer que podemos
ayudar a otros, en vez de necesitar ayuda.
Debemos encontrar la mejor forma de agradecer, especialmente en estas épocas, donde lo
materialista, los regalos y los símbolos externos están a la orden del día. La mejor huella no
está en un objeto, sino en un recuerdo, en una experiencia.
No debemos conformarnos, ni descartar la mejoría o la superación, sino tomar en cuenta lo
conseguido, reconocer lo que ya tenemos, dar gracias por ello y sentirnos bien. Agradecer el
hoy, para vivir intensamente el momento presente. ¡Gracias, 2019! ¡Bienvenido, 2020!