Por Santiago Bulat
1. ¿Qué es la tasa de interés?Se define como el costo del dinero. Es decir, cuál es el interés que a mí me hace resignar consumo de hoy para consumir un bien más adelante. Del otro lado, cuál es la tasa que estoy dispuesto a prometer pagar en el futuro para que el dinero me lo otorguen hoy. La tasa de interés se considera activa en el caso de ser acreedor (para el banco es una tasa activa otorgar un préstamo o crédito, por el cual recibe intereses). Y, por el contrario, su tasa pasiva será la que pague por un plazo fijo a los que depositen sus pesos en su entidad.
2. ¿Y a mí qué me importa?Si quiero comprarme algún bien hoy pero no cuento con toda la plata en este momento, puedo pedir un crédito. La entidad que me preste el dinero, me lo dará a cambio de un interés que le sea suficientemente atractivo para no disponer del dinero hoy. Ese valor dependerá de varias condiciones. En primer lugar, debe asegurarse de cobrar un valor superior de lo que le significa financiarse, es decir, de lo que paga a sus clientes para que depositen su dinero allí, sumado a sus respectivos costos. La tasa puede ser fija o variable. La decisión de adoptar una u otra dependerá de lo que se considere que sucederá con la inflación de aquí en adelante. Por ejemplo, si la tasa es fija y de 20% anual pero la inflación será de 50%, será una buena oportunidad tomar ese dinero, dado que mi sueldo debería ajustarse en forma similar a la inflación (históricamente sucede así). Por el contrario, si la tasa se encuentra por encima, estaré perdiendo dinero respecto del que he tomado prestado. La tasa variable ajustará con la inflación y, si considero que irá disminuyendo, también se presenta como una opción atractiva. De manera contraria, si se acelera, superará mi salario y perjudicará mi poder de repago de esa deuda.
3. ¿Qué mirar?A la hora de tomar dinero prestado es importante comprender qué se nos está cobrando. Lo primero que está a la vista es la TNA (tasa nominal anual), que determinará cuánto nos cobrarán solo a modo de interés, es decir, el costo del dinero. Luego encontraremos la TEA (tasa efectiva anual), que será más elevada, dado que considera la capitalización de los intereses. Por último, y la que más importa, será la Cftea (costo financiero total efectivo anual), donde encontraremos el verdadero costo de tomar ese dinero. Aquí se le suma a la tasa efectiva el IVA, el impuesto a los sellos, los gastos de evaluación sobre el crédito y un seguro ante el riesgo.
4. El interés ocultoEn economías de alta inflación como la nuestra, la liquidez cobra una relevancia enorme, dado que, a medida que pasa el tiempo y se mantiene estático, el dinero pierde poder adquisitivo constantemente. Por eso, cuando vemos un precio de lista de $100 y nos dicen que por pagarlo en cuotas no habrá interés alguno, pero a la vez nos ofrecen un descuento si lo pagamos de contado, entonces eso quiere decir que sí hay un interés implícito, que se refleja en la diferencia entre el precio en cuotas y el precio inmediato.
5. RecomendacionesSi la inflación es elevada, las tasas tienen a serlo también. Por eso, lo ideal será cubrirse de diferentes maneras. Como ahorristas, la opción es utilizar elevadas tasas de interés a nuestro favor para invertir en instrumentos que nos devuelvan un interés que permita mantener nuestro poder adquisitivo constante (plazo fijo, bonos, letras, UVA), además de cobrar nuestros trabajos lo más rápido posible para poder accionar antes de que se desvalorice. En nuestro rol de consumidores, el camino es buscar cuotas sin interés o pagar al contado (dependiendo de nuestra situación financiera), comprar productos no perecederos y nunca, pero nunca, pagar solo el mínimo de la tarjeta: los intereses que corran por lo no abonado arrasarán con nuestra cuenta.
*Artículo publicado en el diario La Nación