Por Santiago Bulat
1 Guía. Emprender en nuestro país no es tarea fácil. Si bien el ingenio, la
resiliencia y la capacidad de adaptarse a diferentes contextos hacen que muchos argentinos se
destaquen corporativamente a nivel internacional, el contexto desfavorable para los negocios que
arrastra el país desde hace años atenta contra la mejora de la productividad y la creación de
empleo.
2 Estancamiento. Desde 2011, la economía local no muestra ningún crecimiento en
términos netos y seguramente el año próximo será otro de caída. En el mientras tanto, los países
de la región crecieron a un ritmo promedio del orden del 3%. Naturalmente, el estancamiento de
la economía tiene su correlato en la creación y destrucción de empresas. Tanto es así que entre
2007 y el 2017 nacieron cerca de 70.000 empresas por año y cerraron 69.000. La evolución dentro
de este período tuvo dos etapas bien marcadas. Entre 2007 y 2011 la cantidad de empresas creció
8%, un aumento de 11.200 empresas promedio por año. A partir de 2011 la cantidad se mantuvo en
torno a las 612.000 unidades y empezó a caer en 2014. Luego de dos años consecutivos de caída en
2014 y 2015, en 2016 y 2017 la cantidad de empresas activas volvió a crecer levemente y ese
período cerró con 609.000 empresas. Además, en la Argentina 8 de cada 10 nuevas unidades de
negocios llegan a los 2 años de vida, y solo 3 de 10 llegan a los 8 años.
3 Empleo de calidad. Dos de los problemas más relevantes que tiene nuestro país
son la generación de empleo y la falta de dólares. En el primer caso, podemos destacar que el
99% de las empresas argentinas tiene menos de 200 ocupados y solo el 0,6% cuenta con más de 200
trabajadores. Las primeras son las que a más personas emplean: acumulan el 65% del empleo
privado formal. Dentro de ese universo, la gran mayoría (85%) tiene entre 1 y 9 empleados. Sin
embargo, surge aquí una alerta. Desde 2012, si se mira el total de trabajadores registrados, se
observa que la cantidad de asalariados privados es exactamente la misma, mientras que el número
de asalariados públicos se incrementó en más de 25% y el de trabajadores independientes
(autónomos y monotributistas), más de 40%, lo cual muestra que hay un claro problema para la
creación de empleo de calidad. En 2018 fueron exportadoras cerca de 9500 empresas, o sea, 1,6%
del total de las del sector privado. El número de empresas exportadoras fue prácticamente igual
al de 1994, aunque ese año representaron cerca del 3% del total. El máximo número de
exportadores se dio en 2006, cuando hicieron ventas al exterior casi 15.100 empresas. A partir
de ese año la Argentina perdió, en promedio, 460 firmas exportadoras por año, en términos netos.
4 Macro. Nuestro país está en bastante aislado. Tiene un nivel de inflación que
está entre los más elevados del mundo, un riesgo país alto y sostenido que hace cada vez más
difícil que los proyectos de inversión se radiquen aquí. Hay bruscas devaluaciones, un mercado
de capital pequeño, restricciones al giro de divisas al exterior, complicaciones para importar y
poco acceso al financiamiento local.
5 Desafíos. Ante un panorama desmoralizador, solo quedan dos miradas: la de desalentarse o la de ver oportunidades. Al optar por la segunda, es seguro que ante consensos de que ordenar la macroeconomía es una prioridad, hay luz al final del túnel. La Argentina cuenta con productos que el mundo continuará demandando y eso se suma a su excepcional capital humano. La agregación de valor en los productos que nuestro país ofrece al mundo con estrategias público-privadas será el eje clave para una economía que necesita salir del estancamiento en el que se encuentra.
*Artículo publicado en La Nación