¿Se acuerdan de cuando para ser jefe había que pasar varios años en un área específica de la empresa? Bueno, hace rato que eso ya fue. Ese criterio de desarrollo laboral prescribió cuando llegaron para quedarse las estructuras flexibles y ya no tan piramidales, y la gran rotación de empleados que existe tanto entre empresas como dentro de una misma organización. En este nuevo escenario hoy vemos jefes muy jóvenes y personas que no tienen un puesto estable de jefatura pero sí funciones de jefe (como son quienes lideran un proyecto puntual coordinando a otros).
Aunque el escenario haya cambiado lo que continúa siendo un tema es que cuando llega la hora de asumir una jefatura nadie está suficientemente preparado. Y esto corre no solo para el sector privado sino también para ONGs, instituciones académicas, organismos públicos y cualquier tipo de organización. Porque uno no sabe cómo va a ser ni cómo serán los demás con uno hasta que habita el puesto. Casi como la maternidad y la paternidad: uno no sabe cómo va a ser hasta que es.
La formación profesional generalmente brinda un conocimiento técnico sobre un campo determinado (medicina, ingeniería, magisterio) sin contemplar la posibilidad de que las personas que obtengan ese título probablemente lleguen a una jefatura. Como si el liderazgo de equipos dentro de una organización solo pudiera ser parte de las carreras de Administración de Empresas o Recursos Humanos.
El conocimiento técnico por sí solo no implica contar con las capacidades y herramientas necesarias para ser un buen jefe. Entonces sería conveniente que las universidades ofrecieran contenidos transversales a las distintas carreras conformando algo así como una Escuela para Jefes. Materias que les enseñen a dirigir a personas asumiendo que cada una tiene su propio perfil y su propio vínculo con la organización. Con estas materias los profesionales aprenderían a identificar roles y funciones, a delegar, a supervisar, a poner en valor el trabajo del otro, a ser claros en lo que ofrecen y en lo que necesitan.
Este tipo de capacidades de liderazgo que deberían ser propias de los jefes son como el sustrato fértil para las plantas: es la base sobre la cual el conocimiento técnico se despliega y gana eficacia. Y justamente ganar eficacia es lo que a las organizaciones, con o sin fines de lucro, generalmente más les interesa para alcanzar sus obetivos.
* Mercedes Korin es creadora del enfoque Modo Delta para procesos de toma de decisión y cambio.