Por Santiago Bulat
1- Definición. La Economía del Conocimiento está integrada por aquellas
actividades productivas que se caracterizan por el uso intensivo de tecnología y que requieren
capital humano altamente calificado. La medición se genera a través de aquellos elementos de la
producción con un componente técnico-cognitivo alto. Más específicamente, se consideran dos
tipos de factores relevantes: el capital tecnológico (trabajadores con "perfil MIT", que
provienen de las ciencias "duras'') y los trabajadores del conocimiento (creativos o con
habilidades en el ámbito de la inteligencia emocional).
2- Cambio global. El fenómeno de esta economía está generando cambios en la
estructura productiva y en la valorización de las empresas a nivel mundial, desde hace ya
tiempo. En la cotidianeidad, accedemos como usuarios a los servicios de compañías que son
dominantes en sus respectivos rubros y que, en realidad, no poseen bienes. Ejemplo: la compañía
más grande de turismo no posee hoteles; las más grandes de traslado aéreo no poseen un solo
avión; una de las compañías más valorizadas de automóviles no posee un solo auto, y las firmas
que se dedican exclusivamente al comercio por internet no tienen stocks. Para dimensionar el
avance, podemos destacar que, en la última década, las acciones que lideraron los índices
bursátiles mundiales cambiaron sus tendencias notoriamente. En 2008, entre las acciones líderes
del mercado se encontraban compañías como Petrochina, Exxon Mobile, General Electric y ICBC;
había solo una, en el top ten, dedicada a tareas de generación de conocimiento (Microsoft). Esa
ecuación se revirtió y hoy las empresas de este tipo son el 50% de las que están en el top ten:
Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Amazon y Facebook.
3- En la Argentina. Según números publicados en un informe de la compañía
Accenture, lo que produce la economía del conocimiento en la Argentina equivale al 22% del PBI.
Es un valor que se considera bajo cuando se lo compara con los de países desarrollados como los
Estados Unidos (37%), Japón (32%) u Holanda (30%). En la competencia mundial por atraer y
radicar clústers de servicios basados en el conocimiento, nuestro país se encuentra estancado:
entre 2012 y 2017, el crecimento medio internacional se ubicó en torno al 7%, mientras que en la
Argentina fue de solo 0,6%. Al cierre de 2018 esta industria tenía 435.000 empleados en empresas
privadas, 500.000 empleos independientes, una masa salarial de US$9300 millones y exportaciones
por US$6000 millones (el 8,5% del total de exportaciones), lo que dejó un superávit externo de
US$ 2700 millones.
4- La normativa. El Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento, que
fue reglamentado en octubre pasado, abarca a los sectores del software y de contenido
audiovisual, a la industria 4.0 y a la biotecnología. En primer lugar, se otorga una reducción
de las contribuciones patronales; además, se permite que los exportadores que hayan abonado
impuestos en el país al que exportaron puedan deducirlo del impuesto a las ganancias. Y se
dispone que las empresas no podrán ver aumentada su carga tributaria total a partir la
inscripción en el registro sectorial y durante la vigencia del mismo (incluyendo retenciones).
Por último, se establece que las microempresas podrán ser una actividad elegible acreditando que
el 70% de la facturación corresponde a estos servicios.
5- Hacia adelante. Todas las proyecciones indican que para 2025 los servicios basados en el conocimiento podrían aumentar en tres puntos su participación en el PBI. También se estima que hacia 2030 la cantidad de puestos de empleo podría aumentar un 40% respecto del número que hay hoy, y que las exportaciones se duplicarían y aun más, hasta representar el 15% del share total.
*Artículo publicado en La Nación